Considero que estamos hechos de recuerdos, de historias. Tal vez una persona puede haber cometido muchos errores, pero realmente... ¿qué importa? ¿Realmente sus errores lo convierten en lo que es? ¿Honestamente podemos considerar que el esfuerzo que las personas utilizan para mejorar cada día y progresar... no vale nada y que sólo se conforman por deslices? ¿Por equivocaciones? Esto es sumamente triste, teniendo en cuenta que errar es completamente humano y absolutamente todos de nosotros lo hemos hecho alguna vez. Nuestra propia familia... nuestra abuela, nuestro tío, nuestro padre, aquel familiar que admiramos... probablemente haya cometido tantos errores como cualquier otra persona: en diversas situaciones, ámbitos, contextos, intencionales o no... pero lo has cometido. ¿Por qué si somos capaces de observar todas las virtudes y capacidades de los seres que amamos y apreciamos con el alma... no estamos dispuestos a ver más allá de la simple actitud de otras personas? ¿Cuál es el punto en juzgar, menospreciar? ¿Qué es lo que ganamos haciendo esto? ¿Alguna de las dos personas en cuestión -tanto quien actúa como juez, como quien es prejuzgado- obtiene algún tipo de beneficio? ¿Si todos cometemos pecados y Dios es capaz de perdonarnos por qué no podemos ser un poco más humanitarios y comprensivos?
Hay tantas personas especiales allí afuera, que están atemorizadas de este mundo tan vacío y aterrador. Hay tantas almas hermosas que somos incapaces de ver, por el solo hecho de que ni siquiera nos tomamos el segundo de pensar en que pueden ser mucho más de lo que creemos. Los limitamos, los crucificamos como aquellos hicieron alguna vez con nuestro salvador. Nos abstenemos de conocernos y de aventurarnos en alguien nuevo: lleno de ideas opuestas a las nuestras, de propuestas interesantes, de otras percepciones del mundo y la vida, de una imaginación completamente única y atrapante. Nos limitamos a no escuchar sus historias, a no abrirnos mutuamente. Nos prohibimos sentarnos, uno a uno, a relatar cuentos o vivencias... a hablar, a cuestionar, a analizar los detalles y disfrutar de las sensaciones.
Qué lastima. Y realmente me apena escribir esto, por el mismo hecho de que ya lo he hecho. Perdí mucho tiempo de mi vida puntualizando en cosas estúpidas sobre la gente y dejándome llevar por los comentarios que corrían... por opiniones ajenas, o simplemente porque si, sin ninguna razón lógica. El tiempo es único, y la mente siempre debe estar abierta a conocer más, para enriquecerse.
Hay tantas personas especiales allí afuera, que están atemorizadas de este mundo tan vacío y aterrador. Hay tantas almas hermosas que somos incapaces de ver, por el solo hecho de que ni siquiera nos tomamos el segundo de pensar en que pueden ser mucho más de lo que creemos. Los limitamos, los crucificamos como aquellos hicieron alguna vez con nuestro salvador. Nos abstenemos de conocernos y de aventurarnos en alguien nuevo: lleno de ideas opuestas a las nuestras, de propuestas interesantes, de otras percepciones del mundo y la vida, de una imaginación completamente única y atrapante. Nos limitamos a no escuchar sus historias, a no abrirnos mutuamente. Nos prohibimos sentarnos, uno a uno, a relatar cuentos o vivencias... a hablar, a cuestionar, a analizar los detalles y disfrutar de las sensaciones.
Qué lastima. Y realmente me apena escribir esto, por el mismo hecho de que ya lo he hecho. Perdí mucho tiempo de mi vida puntualizando en cosas estúpidas sobre la gente y dejándome llevar por los comentarios que corrían... por opiniones ajenas, o simplemente porque si, sin ninguna razón lógica. El tiempo es único, y la mente siempre debe estar abierta a conocer más, para enriquecerse.
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