Lo que no se dice no es, no existe. Está en el limbo de las cosas no dichas, de las cosas pensadas. ¡Corazón coraza! No hay limbo de palabras; hay ausencia de frases calladas, sensaciones guardadas esperando su turno al olvido, luchas de un quiero y no puedo, y ocultos conformismos inconformistas para evitar heridas que duelen.
¡Ah, Corazón coraza! Me proteges y me dañas. Déjame escapar de tu coraza. No me enseñes el mar sino me dejas respirar su olor a sal, no me enseñes el sol sino dejas que sus rayos me rocen, no me enseñes la lluvia sino quieres que me toque. ¡Protégeme! pero no me encierres; deja que llore, porque si lloro será que lo que vi valió la pena. ¡Corazón, coraza! Deja que te enseñe el mundo desde fuera.
He vuelto con el ánimo de recuperar las riendas de mi vida, aunque mi vida actualmente se haya puesto "cuesta arriba". No es el momento de escribir un post sobre lo vivido, sino de afrontar el ahora con toda la fortaleza que me sea posible. Hay decisiones que para bien o para mal cambian nuestra vida, pero es mucho peor no tomar decisiones precisamente por miedo a que nos cambien la vida. No ha sido nada fácil dejar atrás un proyecto común, un sueño incumplido en un intento fallido de encontrar la felicidad. Quise buscar mi mitad sin ser consciente de que soy un todo. Ese ha sido mi gran error, creer o pensar, que no podía estar sola, que necesitaba a alguien que me sostuviera. Sentirme incapaz de afrontar mi vida como un ser individual. Estar perdida por no darme mi tiempo para encontrarme. Ahora he aprendido que ningún puzzle estará completo si le falta una sola pieza. Que no debo poner en manos de nadie mi propia felicidad. Que no se gana ninguna batalla...
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